jueves, 13 de junio de 2013
FLORACIÓN VIÑEDOS DE “ENTRETORRES” EN PARAJE DEL CASCANTE.
FLORACIÓN VIÑEDOS
DE “ENTRETORRES” EN PARAJE DEL CASCANTE.
El ciclo anual se divide en Ciclo Vegetativo y Ciclo Reproductor. Durante el ciclo
vegetativo la vid asegura el crecimiento y desarrollo de los órganos
vegetativos (pámpanos, hojas, zarcillos y raíces), su perennidad mediante el
almacenamiento de reservas (agostamiento) y la adquisición de endolatencia de
las yemas. Durante el ciclo reproductor,
período en el que nos encontramos actualmente, la vid asegura el crecimiento y
el desarrollo de los órganos reproductores (inflorescencias, flores y bayas) y
su maduración.
Nos encontramos en pleno ciclo reproductor. El desarrollo de los órganos reproductores
empieza con la iniciación de las inflorescencias en las yemas latentes el año anterior
y la diferenciación de las flores durante la primavera; después se desarrollan
sucesivamente la floración, el cuajado, el crecimiento y la maduración de las
bayas del racimo.
La iniciación
floral se debe a la exteriorización de la fertilidad de las yemas,
resultado de la acción de factores externos y factores ligados a la planta. Es
un fenómeno morfológico de diferenciación de la inflorescencia y de las flores.
El podador sólo debe considerar como yemas de
fertilidad normal aquellas situadas en sarmientos que se asienten a su vez
sobre otros pulgares o varas del año anterior. Estas yemas de fertilidad
normal, que contienen generalmente dos racimos, se llaman yemas francas. El tamaño de los racimos y la perfección de su
estructura es tanto mayor cuando mejor ordenadas estén las yemas, siendo las de
la mitad del sarmiento las que ofrecen esta coyuntura.
El número de inflorescencias o de flores en
relación con el número de yemas francas dejadas en la poda expresa la fertilidad potencial, y en relación con
las yemas brotadas la fertilidad práctica.
Las flores de la vid se agrupan como
inflorescencias en racimo y su conformación se realiza dentro de las yemas
fértiles. Desde la aparición de las yemas fértiles en el pámpano y en el
interior de ellas, en sus conos vegetativos, existen grupos especiales de
células, que se multiplican rápidamente, a la par que crecen la yema y el
pámpano que la sustente, para formar estas flores. Las inflorescencias
(racimillos) quedan formados definitivamente en la yema, con su arborescencia y
número de florecillas que ha de tener al terminar la fase de crecimiento de la
vid.
Al año siguiente, al brotar dicha yema y
originar el pámpano correspondiente, se destacan de éste los racimillos de
flores (inflorescencias), con la disposición peculiar de cada variedad de vid,
con un eje del que parten ramificaciones de segundo orden; de éstas, otras de
tercer orden, et., y las últimas con
pedunculillos o cabillos cortos, que se terminan con la flor.
(Imagen obtenida del libro
“Tratado de Viticultura General”, de Luis Hidalgo)
Las temperaturas durante esta estación de
primavera están siendo algo bajas a pesar de ello asistimos a un rápido
crecimiento de los pámpanos. Como consecuencia de la intensa transpiración
sobreviene una detención del crecimiento, fundamentalmente debido a una
acentuada reducción de los elementos de reserva de la planta y un déficit
natural de agua. Conforme se reduce el crecimiento del pámpano, las materias
orgánicas de reserva vuelven a acumularse en los pámpanos que comienzan su
agostamiento, circunstancia esta que contribuye a la diferenciación de las
yemas frutales.
Cualquier acción que altere el
ciclo normal del desarrollo estacional de la vid, tales como un crecimiento rápido
y continuado, un crecimiento débil, un exceso de cosecha y otros similares,
retrasan la iniciación de la formación de las yemas fructíferas, reduciéndose
también el número de racimos producidos, su tamaño y la perfección de su forma.
Es fundamentalmente importante
en la diferenciación de las yemas fructíferas los factores climáticos, el vigor,
las sustancias reguladoras del crecimiento, los componentes minerales y orgánicos
específicos y la aptitud de la variedad al respecto.
Las temperaturas tienen una acción directa en
el desarrollo y crecimiento de la planta así como en el metabolismo general de
la misma, con un relevante papel en la diferenciación y desarrollo de los órganos
florales. Cuando se produce una brotación tardía, debido por ejemplo a una poda
retrasada, el número de inflorescencias se encuentra acrecido, consecuencia de
las temperaturas que han dado lugar a una mejor diferenciación de las
inflorescencias. Cuando la brotación se produce a bajas temperaturas, como ha
pasado este año en nuestros viñedos por tener una estación de primavera con una
temperatura media de 15ºC,
el número de inflorescencias es inferior al de temperaturas elevadas, pero el número
de flores es más alto.
El tiempo soleado con abundante iluminación
durante el período de iniciación floral da lugar a la diferenciación de mayor número de inflorescencias,
aumentando la iniciación floral con la longitud del día y la temperatura. Formas
de conducción de la vid que favorecen la iluminación dan lugar a resultados
igualmente favorables.
La fertilidad desciende:
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con pámpanos excesivamente vigorosos en vides de gran desarrollo quedando
las posibles yemas fértiles que se formen alejadas.
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En cepas extremadamente débiles.
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Patrones vigorosos.
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Abonados excesivos.
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Podas muy cortas
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En general, factores que favorecen el vigor.
Factores de decisiva influencia en la
iniciación y desarrollo floral.
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Las citoquininas, reguladores del crecimiento que emigran desde el
sistema radicular, favorecen la iniciación de las inflorescencias y la diferenciación
de los órganos florales.
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Componentes minerales, fundamentalmente fósforo y zinc, proteínas-nitrógeno.
Con la terminación de la primavera o comienzo
del verano asistimos en nuestros viñedos al fenómeno de la floración. Cuando las
temperaturas medias de los días rebasan los 15 ó 16 grados, la corola se abre,
regularmente, a partir de su inserción
con el cáliz, y estambres y pistilos maduran. Este fenómeno varía con la
variedad y las condiciones climáticas del año. No todas las flores de un racimo
y, en consecuencia, de una parcela, se abren al mismo tiempo, la floración se
escalona de 10 a
15 días. La dehiscencia del capuchón y su caída están favorecidas por la
insolación y el calor (mínimo 15ºC).
Es importantísimo que durante este período del año no llueva pues el capuchón
no caería a causa de la lluvia y las flores quedan encapuchadas. Después de la
caída del capuchón, los estambres se separan del gineceo, y efectuando una
rotación de 180º liberan el polen que cae sobre la superficie rugosa del
estigma, y gracias al líquido azucarado que éste segrega, germinan, emitiendo
los tubos polínicos que se alargan, y bajando por el cuello hasta la cavidad ovárica,
llegan a los óvulos, realizando su fecundación.
Entonces los óvulos fecundados crecen y
estimulan el desarrollo de las partes del ovario que llega a constituir el
granito de uva o baya.
La fecundación de la vid es generalmente de
una flor a otra. La mayoría de las variedades de vid que se cultivan son
hermafroditas, produciéndose de un modo natural la fecundación, pero cuando se
trata de vides unisexuales femeninas, por mala conformación de los estambres,
o de aquellas en que el polen de las
anteras posee deficiente poder fecundante, hay que recurrir a la polinización
artificial.
Factores favorables del fenómeno de fecundación.
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Temperaturas medias de 21ºC,
tiempo seco y ligero viento.
Factores desfavorables del fenómeno de
fecundación.
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Temperaturas inferiores a 15 o 16ºC, acompañadas de lluvia, retardan el
descapuchonado, provocan desigualdades en la maduración de polen y óvulos,
lavan o diluyen el líquido azucarado de la entrada del estigma, haciendo que el
polen germine mal o no lo haga. No llegándose a que en muchas flores la
fecundación no llegue a realizarse.
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Defectos en la conformación floral (estambres con polen de poca
vitalidad, aparato femenino rudimentario), alimentación deficiente o escasa del
racimillo, antes, durante y después de la fecundación, que pueden determinar el
aborto de la flor, la ausencia de fecundación o la producción de granos que
quedan pequeños y no maduran
Todas las anteriores
perturbaciones que dificultan y entorpecen la fecundación, dan lugar al
corrimiento del racimo, quedando muy suelto, con pocas uvas, e incluso sin
ninguna en casos límite. En cambio, no perturban el normal crecimiento y desarrollo
de la planta.
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